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«Obsceno», «pornográfico» y Ricardo Belmont

Para abrir esta página no podemos obviar el tema más mediático de los últimos días. Si bien es un tema de escándalo, no deja  de ser importante el debate, aunque en este caso, casi no existe debate, sino una estampida de periodistas, políticos y «figuretis» quienes se han pasado las últimas horas repitiendo lo que un solo artículo podía decir; pero todos tenemos derecho a decir.

El tema es el «Proyecto de Ley que incorpora el inciso “B” al artículo 183 del Código Penal, Sancionando penalmente en los medios de comunicación social la publicación de las exhibiciones obscenas y pornográficas». El abanderado de este proyecto es el conocido Ricardo «El hermanón» Belmont; personaje conocido y actual congresista de la república. El debate, el escándalo, los gritos y demás reacciones de revistas que colocan en sus portadas mujeres semidesnudas (p.e. El Fausto, Somos, entre otras), consideran que podrían ser víctimas de censura. Rosa María Palacios en día de ayer recalcó que la ley era un «mamarracho» y así mismo lo calificó, con voz baja y secundona, la candidata a la Alcaldía de Lima, Susana Villarán. No pretendo discutir sobre el calificativo de «mamarracho», sino más bien ir un poco más allá del análisis superficial.

Tanto Rosa María Palacios, como Augusto Alvarez Rodrich y Miguel Morachimo, han recalcado de diferentes maneras que la ley es repetitiva (ya hay una ley que regula la difusión de materiales de contenido «obsceno y pornográfico»), no define los términos «obsceno» y «pornográfico» de manera clara, que a partir de esta carencia queda abierta a la interpretación del juez (lo cual es subjetivo), y que, en suma, Belmont solo ha terminado de manifestar su idea puritana, cucufata e hipócrita de la televisión nacional evocando los años ochenta como la Edad Dorada de la prensa. El primer punto es irrefutable, el proyecto de ley de Belmont no marca ninguna diferencia con la Ley de Radio y Televisión. En todo caso, si sería necesario incluir a la prensa escrita dentro de esta ley y que se considere como un delito puede ser motivo de un debate bastante más interesante. En segundo lugar, se le ha reclamado la falta de definición de los términos «obsceno» y «pornográfico». Sin embargo, los mismos términos «buenas costumbres», repetidos en la constitución, no son definidos objetivamente y más bien quedan a la interpretación subjetiva del juez. Finalmente, sí, Belmont es un hipócrita.

Centremos en el segundo punto: la falta de definición de los términos usados en el proyecto de ley. Qué es lo «obsceno» y qué lo «pornográfico». Sin duda, términos usados de maneras distintas en diferentes países para regularizar también los contenidos de difusión. En el proyecto de ley se hace un resumen de cómo algunos países (Estados Unidos, México, Argentina y Bélgica) han llevado esto regulación a la práctica. Por lo que se ve, también se usan términos de carácter subjetivo como «indecencia», «buenas costumbres» o «vulgaridad». No voy a tomar una postura para definir estos términos, me parece irrelevante y considero torpe por parte del proyecto caer en estas subjetividades.

Sencillamente, más allá de Belmont y de su proyecto de ley, debemos hacernos una gran pregunta: ¿Por qué la Ley de Radio y Televisión no incluye a la prensa escrita? Y, si dicha ley pretende regular el contenido pornográfico y el que promueva el comercio sexual, ¿no es una contradicción que sigan colgando de los quioscos periódicos como «Chuculum» cuyas portadas, a la vista de niños, jóvenes y adultos, muestra imágenes pornográficas? Creo que es esta la preocupación que realmente podría interesar a la ciudadanía y, cuyo debate, parece más relevante. A mi no me interesa que a todos le caiga mal Ricardo Belmont, ni que su proyecto de ley sea un «mamarracho»; porque tan «mamarracho» como esto es el que se haga una Ley de Radio y Televisión y se excluya a la prensa escrita.

Finalmente, es interesante que el reportaje presentado ayer en el programa de Rosa María Palacios entrevistara al director de la revista «Fausto» y no al director del periódico «Chuculum», por ejemplo. Ignoro si esto se debió a que el director de dicho periódico no quiso ser entrevistado; sin embargo, lo interesante es preguntarnos cuál es la diferencia entre las portadas del «Fausto» y otras portadas como las de «El Trome». Claramente vemos que entrar en el tema de calificar a una u otra como obscena o pornográfica es complicado ya que se trata, a fin de cuentas, de un juicio de valor artístico bastante difícil de establecer en tiempos de «que más da». Lo único que podemos regular con seriedad es que ningún medio de comunicación presente mensajes (escrito, por audio o audiovisual) donde se muestre explícitamente o en doble sentido el sexo explícito. Belmont debió ser más claro y era lo mínimo teniendo en cuenta que trabaja con un equipo en el proyecto de ley, pero también es cierto que seguimos sin una regulación más precisa y que incluya a la prensa escrita porque los congresistas le tienen miedo a la prensa, prefieren no meterse con ella y llevar la fiesta en paz, aun en perjuicio de los ciudadanos.


3 Respuestas to “«Obsceno», «pornográfico» y Ricardo Belmont”


  1. 1 Antonio
    25 junio, 2010 a las 6:32

    La ley es un mamarracho, porque tiene una pésima redacción, dado su contenido se podría sancionar como obsceno cualquier cosa como dice Morachimo, independientemente de lo que pensemos de Belmont, que a mi particularmente me parece un oportunista buena gente. No se incluye a la prensa escrita en la «Ley de radio y televisión» porque sencillamente no es una ley de prensa, como en la época de Velasco, y por tanto regula sólo a los medio que utilizan espectro radioléctrico, que es del Estado, es decir de todos los peruanos. Los diarios escritos no utilizan ni medios ni recursos de todos los peruanos, por lo que su posibilidad de regularlos se agota. Saludos. Ni Fusto ni el Torme presentan sexo explícito, que por otro lado ya están penados. Belmont busca re-penalizar lo ya está castigado o penalizado, lo que es u oportunista o demagógico, escoge como quieras llamarlo.

    • 25 junio, 2010 a las 6:43

      Gracias por tu comentario e ilustración sobre algunos puntos en cuestión. Lamentablemente, me doy cuenta de que la Ley de Radio y Televisión parte de una premisa que lo limite y que entorpece la ley: solo los medios que utilizan espectro radioelectrónico que es del Estado. Me parece que una ley que busque regular el contenido debe partir por algo un poco más general: la prensa utiliza el espacio público que es de todos los peruanos (sea a través de dicho espectro o en un quiosco). Evidentemente ese espacio público también me pertenece y regular lo que se exhibe es totalmente válido. Por otro lado, creo que que ni Fausto ni Trome tiene sexo explícito, y no creo que deben ser objeto de censura, pero si periódicos como el «Faenón» o «Chuculum». Mi pregunta es, si tenemos una ley que regula contenidos ¿cómo podemos permitir que estos periódicos sigan colgados de un quiosco? Me parece, nuevamente, que la Ley de Radio y Televisión necesita muchas enmiendas para que realmente se logre el objetivo de regular el contenido que se hace público en la prensa. Yo no quiero calificar la actitud de Belmont ya que lo considero irrelevante, debemos dejar de ver en las personas a caudillos, siempre habrá un «Belmont» en la política.

  2. 25 junio, 2010 a las 16:32

    Primero: Al menos tu haz sido algo equilibrado. Y bien por ti.

    Solo se pide ordenar los horarios de transmision de esos programas y poner cierto limite a lo que se puede poner en portadas que estan a plena vista de todos. Y la prensa que lastima. De izquierda a derecha fue la misma cosa. Solo les importa el dinero. Criticaron pero no dieron propuestas. Claro el sexo y la sangre vende: lo sabe Beto ortiz, lucar, los de atv y noticiero rojo. En que se diferencia a sendero luminoso, todos matan, matan el futuro de muchas personas.

    Entonces que todo siga igual la misma basura, la misma mediocridad, la misma ignorancia, etc.
    Que los miroquesada sin ganado dinero publicando avisos de prostitucion en el trome.
    Que nada cambie. Estamos bien educados, somos un pais desarrollado, estamos bien, todo esta bien.


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